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Palabras en juego

 

Alma y motor

Jesús Castañón Rodríguez

Este fin de semana, los rugidos de motores han surcado las carreteras de Asturias con una nueva edición del rali "Príncipe de Asturias-Ciudad de Oviedo".

Una prueba que el campeón mundial Carlos Sáinz ha considerado como la mejor escuela de pilotaje para todo aquél que empieza y desea aprender a salir airoso del piso deslizante y de las situaciones más comprometidas.

El selectivo recorrido por valles y montañas presentaba numerosos tramos cortos, sinuosos, estrechos y con constantes subidas y bajadas que aparecen en el "road book" o libro de ruta. Ha seguido una minuciosa planificación que en las diferentes jornadas de competición dio paso al "shakedown" o tramo técnico, a la ceremonia de salida y a las diferentes etapas con sus "zonas de reagrupamiento" de coches, puntos de "refuelling" para repostar carburante y varios tipos de "parques": de asistencia, de final de etapa y de final de rali.

Para el público en general ha sido una fiesta admirar el paso a toda velocidad de los autos. Y en los parques de asistencia, ha tenido ocasión de aprender mecánica al observar: la carrocería, la suspensión, el tren rodante (formado por las ruedas, los frenos y la dirección), la transmisión (compuesta por la caja de cambios, el puente y el diferencial), la capacidad cilíndrica, la culata y colectores (con el árbol de levas, las válvulas, la relación volumétrica, los colectores y la junta de la culata), la alimentación (con los carburadores, la inyección y la sobrealimentación) y los bajos del motor con los pistones, las bielas, el volante y el cigüeñal.

El palmarés de esta clásica prueba ha destacado a pilotos asturianos, desde Luis Fernández Trabanco en 1965 a Alberto Hevia, el primer piloto asturiano que ganó el Campeonato de España, en 2004. Y para escuchar el "a ras" del copiloto Luis Moya para que Carlos Sáinz tazara curvas ajustadas en los años ochenta.

Estos días, los aficionados no perdieron el GPS (Global Positioning System) de las emociones y formaron parte de la historia sobre ruedas de Asturias que Adolfo Casaprima narró en el libro "El príncipe de los rallyes".

Sintieron vibrar la pasión, la ilusión, la magia y la gloria de correr por paisaje verde, monte y mar, según establece la letra del emotivo himno de la competición. El mismo que en el estribillo ruge, entre sonido de gaitas, que es "alma y motor".

Publicado en La Nueva España, Oviedo, 11 de septiembre de 2006.