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Palabras en juego


El llanto del parque

Jesús Castañón Rodríguez

En 1986, Jorge Valdano jugó la final de la Copa del Mundo en el estadio Azteca contra Alemania. Marcó el segundo tanto de su equipo y ganó la final en los últimos minutos. Pensó que no podría con las emociones, pero sólo pudo correr por la cancha, reír, gritar y sumarse al entusiasmo del resto de compañeros. Meses más tarde, corría por un parque de Buenos Aires. Se puso a escuchar la grabación que le habían hecho llegar con la narración radiofónica de su tanto y estalló en un llanto incontenible.

Esta magia del auxilio de la palabra visitará Argentina, Costa Rica, Ecuador, España, México y Paraguay desde el día nueve de junio con instantes para vivir, sentir y soñar. Para llevar la palabra más allá de tópicos, gazapos y patadas al diccionario.

Gruñidos y roncos alaridos, erres vibrantes, silbantes eses, vientos de efes y zetas atravesarán a todo volumen los patios de vecindad. Anunciarán un tiempo para vivir en la fascinación y en los deseos de detener el tiempo gracias a un triunfo.

Saldrán a su encuentro palabras que acompañen el remate de zapato del espectador en el sillón de su casa. Habrá una legión de gente con la oreja boquiabierta siguiendo las transmisiones en las calles, los hogares, el trabajo, los medios de transporte... hasta poder abrazar en el bar al compañero de transmisión con el que nunca cruzó una palabra, saltar en el portal como si fuera la grada de un estadio, bañarse en una fuente aunque nunca se duche y estallar en la fiesta social de apasionados "¡oé,oé, oé!".

Los fragores de los locuaces locutores le llevarán a constantes esfuerzos de imaginación e ingenio, le enfundarán en el chándal o en los colores favoritos mientras está sentado y le llevarán hasta el agotamiento. Ritmos acelerados, vocaaaaaaales alargadas y modulaciones de voz harán un encefalograma por el que suban y bajen las emociones, las ilusiones y las esperanzas.

No cierre la ventana de su domicilio. Disfrute del afán por conquistar un sueño impensado y por obtener una nueva energía. Y si usa audífono no lo conecte al transistor o al televisor. Corre el riesgo, según una gran viñeta de Quino, de que le explote la cabeza ante el alarido descomunal que soltarán los relatores para saludar al triunfo con energía y entusiasmo. Es tiempo de juego. De olas de calor y de clamor. De soñar con llantos en el parque...

Publicado en La Nueva España, Oviedo, 5 de junio de 2006.