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Palabras en juego


Bruma, rumba, abrum

Jesús Castañón Rodríguez

Fernando Alonso ya es campeón del mundo de fórmula-1. Asturias ruge entera de felicidad. Para el lenguaje, esta temporada ha sido una ocasión para disfrutar con el trabajo de tres ovetenses que han subido continuamente al "cajón" (podio).

Uno, en el bólido: Magic Alonso. Piloto, al que hemos visto conducir su "monoplaza" pulsando en el volante las funciones: "abandon" (liberador del cambio para empujar el coche), "arm" (para montar la caja de cambios), "ecu" (control de mando de motor), "fire" (extintor), "ign" (encendido), "mode" (cambiador del modo de operación), "RWL" (luz trasera), "trim" (controlador de flujo de combustible)...

Los otros dos, el periodista Antonio Lobato y el cantante Ramón Melendi, con sus relatos de las carreras, del espectáculo del circuito y de las emociones de la gente.

El periodista televisivo ha difundido el Circo de la fórmula-1 desde sus múltiples pistas: "circuito", "parrilla de salida" y "paddock" (zona que comunica el circuito con los talleres). Ha logrado que la atención volara a 360 km/h por la "recta principal" y tuviera adherencia en las curvas para evitar "trompos" (giro del vehículo sobre la dirección que lleva) y "derrapes" (desviación lateral de la dirección en que se va). Sus palabras han acompañado las trazadas por la "curva rápida" (dos ángulos abiertos que el piloto toma lo más recto posible), la "horquilla" (recodo cerrado en el que se gira 180 grados) o la "chicane" (zigzag que interrumpe una recta). Y ha popularizado el "chupete" (el cartel reversible que indica que el piloto pise el freno o salga en una parada en ruta), las interioridades del "box" (el taller) y las múltiples acciones que ocurren en los pocos segundos de "pit-stop" (parada en boxes).

Melendi ha dado la nota convirtiendo, por rumbas de colores, a su compañero del Instituto de San Lázaro en el Rey del viento, en el niño que tras caer en una marmita de sidra es ahora una bala azul que transforma los días negros en jornadas de emoción.

Gracias a estos ovetenses, la vivencia apasionada de la fórmula-1 ha hecho desaparecer la bruma del horizonte y hoy todo es felicidad. Melendi ha bailado sus letras en una rumba y Fernando Alonso las ha acelerado en un abrum, abrrrruuuuummm para llevársela con el viento. Es un gran día para la historia del deporte.

Publicado en La Nueva España, Oviedo, 19 de septiembre de 2005.